viernes, 1 de febrero de 2013

Me quejo, mujer



Víctor Hugo Rivas

[Cover a La Tovarich, de Jaime Sabines]

Me quejo, mujer, de tus ahuyentos
Por que caí, como una piedra en el agua

o una hoja en el agua,
o un suspiro en el agua.
Caí como un ojo en una lágrima.

Y permanezco sereno, como lucero de cielo
o nube de cielo,
o azul de cielo.
Permanezco en casa todo, entero.

Hasta agotar sus senos me desprendí

(leche de flor bebí).

Hay un polvo de vacío
sobre las huellas de tus pasos
que son tus pasos hacia afuera.


(Porque me duelen las manos de tanto no tocarla
me duele el aire herido que a veces soy.)
Entretanto
lento me consumo
a paredes
de cabeza,
me volteo
y escupo al techo, a tu dios y al cielo.

Que todos mueran a tiempo, Señor.
Desampárame, Señor, que no sepa quién soy.
Amanece de tarde. Sin sol. (Para sus manos en guante: mi corazón.)

Con un respiro roza mi corazón,
estrecha tus senos en mi pecho,
rojo, lila y marrón.

Yo le hubiera injertado mis labios
en sus muslos, de dos en dos.
Del no te tengo a dónde voy, muerdo tu cama, tu sol y el otro sol.